A muchos nos sonará el termino promotora inmobiliaria, sobre todo a los que tengamos un piso en mente, pero muy pocos sabríamos definirlo con exactitud. Sobre todo podremos encontrar mucha confusión entre promotora, constructora e inmobiliaria.

¿Cómo podemos diferenciar estas tres cosas fácilmente?

En muy pocas palabras y simplificándolo, la diferencia es el punto en que estén de construcción. La promotora, es la compañía, empresa o particular que adquiere los terrenos, después se construyen y finalmente se venden los edificios. En muchos casos una misma empresa se dedica a los tres pasos, como Grupo Larvin.

Es decir una promotora es la entidad que tiene la iniciativa de promover viviendas para venderlas después. Se dedican a decidir, planificar y financiar una nueva edificación. Son el principio del eslabón en la construcción de viviendas.

¿Quiénes son cada uno de los eslabones?

Para ser promotor sólo hay que disponer de dinero para poder invertir en terrenos. Este dinero puede ser propio o un préstamo del banco. Tendremos que tener muy presente que se tratará de una inversión, es decir, tendremos que asegurarnos el obtener buenos beneficios después.

Una vez tengamos el dinero nos hará falta un buen arquitecto para hacer los planos del terreno y un aparejador encargado de vigilar que todo lo que esté dibujado en el plano se realice de forma material.

Aquí entran en juego las empresas de construccion, es decir los albañiles, arquitectos, etc. Se subdividen en categorías dependiendo de sus conocimientos técnicos, preparación o especialización. Son los encargados de realizar la parte más dura de la construcción.

Hay que apuntar que muchas veces los promotores y los constructores no van de la mano con la dirección facultativa. El arquitecto y el aparejador están pendientes de las exigencias legales mientras que los dos primeros están más interesados en los beneficios económicos.

Finalmente, la inmobiliaria es la que se encarga de exponer en sus escaparates los planos de las viviendas y fotos para venderlas. Normalmente las ventas van por agencias, las cuales se pueden llevar hasta un 10 por ciento de beneficios, unos 20.000 euros por piso vendido.

Comprar un piso es algo complicado: en primer lugar hay que decidir si se quiere vivir en ese lugar, después encontrar uno que se ajuste a nuestras necesidades, que nos guste, que sea cómodo. Después hay que contar con que el banco nos dé una hipoteca, que en muchos casos no llega para todo lo que tenemos que hacer, comprar, amueblar… Son muchas cosas las que hay que tener en cuenta

Afortunadamente la venta de pisos vuelve a ser viable, volvemos a comprar, a poner a la venta y a vivir donde queremos. Ahora donde se ven los problemas es en los alquileres: ¡Están por las nubes!